Llega un momento en la vida en que uno se da cuenta de que ésta no es un juego que siempre se gana. Algunos lo descubren muy pronto. Otros, pobres afortunados, tardan años en darse cuenta. En general suele ser un punto de inflexión. Llegado este momento, se cambia de dirección; ya no es posible seguir el mismo camino.
Isabel siempre ha sido una buena chica. Estudiosa, inteligente, amable. Hija (y nieta) única, siempre fue el centro de las atenciones. Aún así, nunca fue mimada. Creían que era sensible, preocupada por los demás. Estudió en uno de los mejores colegios de la ciudad. Se licenció en una de las mejores universidades del Estado. Isabel no tenía contactos. La pelota cayó en el campo contrario. Tiene 28 años, vive con sus padres y trabaja de dependienta en una tienda de moda masiva.
Alberto y Carlos, amigos de toda la vida. Uña y carne, como se dice en alguna parte del mundo. Crecieron juntos. El mismo colegio, el mismo instituto y el mismo grupo de amigos. Los mismo viajes. Las mismas experiencias. Fumaron su primer porro juntos. Se emborracharon por primera vez en la misma fiesta. Incluso perdieron la virginidad el mismo día (era una apuesta). A los 23 Alberto conoció a María. Se enamoraron profundamente. Se casaron y tuvieron un hijo, Carlos. Alberto ahora tiene 37. Se divorció, perdió la casa y la famila. Vive con sus padres. María y su hijo Carlos viven en la que fue su casa. Con ellos vive Carlos, su amigo.
Federico. 13. Ayuda al padre de la iglesia del pueblo en sus labores cotidianas. Le ayuda también a paliar las tensiones derivadas de las represiones del instinto básico humano. Su madre lo sabe, pero es el padre del pueblo, ¿qué se puede hacer?
Juan. 58. Perdió su fortuna en el juego. Tuvo que vender el Porsche, el chalet y el piso. Sus hijos ahora van a un colegio público y ya no van a la academia de inglés ni al gimnasio. Ya no puede viajar. Ya no puede comprarse los mejores trajes ni comer en los mejores restaurantes. En su trabajo le han dado la jubilación anticipada. Ahora pasa las tardes en un mirador, observando los aviones. Nadie identifica un Boing como él.
Ana. 7. Vive en un hogar de acogida después de ver cómo su padre violaba y mataba a su madre y se tiraba por el balcón.
Mónica. 16. A los 13 su madre tuvo un ataque de locura. No sale de casa porque se siente culpable cuando no está con ella.
Diego, 23. Teresa, 15. Josefa, 31. Manoli, 26. José, 21. Bernardo, 19. Belén, 22. Guillermo, 33. Francisco, 11. Pablo, 12. Juan Nadie, x.
Tarde o temprano, la ilusión siempre acaba.