– Hola – le digo – ¿Qué tal?
– Bien -me responde con una sonrisa tímida y el flequillo tapando medio ojo. Su pelo tiene algo que me fascina. Naturalmente dorado, no se decide entre el liso y el rizado. Un verdadero ángel en un cuerpo fantástico.
Empezamos a hablar. Le pregunto por qué quiere ser escritora y me responde: “¿no es maravilloso ser, por un momento, todas las personas que nos gustaría ser? ¿No es maravilloso que alguien te escuche? ¿No es maravilloso contar historias? La creación es lo único que nos permite seguir soñando.” Su mejilla se enrojece, con el miedo de haberse expuesto. Y yo me pregunto: ¿no es maravilloso tener su edad? ¿No es maravilloso que la esperanza gane al desespero?
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